El litio, el “oro blanco” que podría perder valor ante el desarrollo de las baterías de sodio y las nuevas reservas alemanas

En los últimos años, el litio se ha convertido en protagonista del debate energético global. Chile, uno de los países con mayores reservas del planeta, se encuentra en el centro de la discusión. Pero un reciente hallazgo en Alemania y los avances tecnológicos en torno al sodio abren nuevas preguntas sobre su potencial a largo plazo. El académico de la Universidad de La Serena, Dr. Yanko Moreno, explica la situación actual.

Para entender el valor comercial del litio, Moreno propone mirar de cerca lo que ocurre dentro de una pila.

Dentro de la batería, “el núcleo tiene carga positiva y los electrones, con carga negativa, giran en torno a él. El electrón está ahí porque lo atrae el núcleo positivo, pero si le ofrezco otro núcleo con más carga positiva, el electrón querrá moverse hacia allá. En ese salto, yo puedo aprovechar su movimiento para que haga trabajo: encender una ampolleta o mover un motorcito”, señala.

Entonces, una pila es una especie de reservorio energético, donde los electrones tienen energía potencial. Cuanto mayor es el “salto” que pueden dar —como brincar del piso 10 al piso 5 de un edificio—, mayor es la energía.

En ese proceso, el litio tiene una ventaja única: ofrece uno de los “saltos” energéticos más grandes. “Mientras mayor es el salto, más energía se obtiene”, apunta el académico. Por eso, las baterías de litio dominan hoy los celulares, computadores y, sobre todo, los autos eléctricos.

Sin embargo, el especialista aclara que trabajar con litio metálico es peligroso —reacciona violentamente con el agua—, por lo que la industria lo estabiliza combinándolo con grafito u otros compuestos.

Por qué el sodio figura como una nueva alternativa

El sodio es abundante y barato. “Los chinos ya están trabajando con prototipos de baterías de sodio”, comenta Moreno.

Pero su advertencia es clara: “Recordemos la lección del salitre. Cuando teníamos el negocio del ‘nitro chileno’, en Alemania desarrollaron el amoníaco sintético y perdimos el liderazgo. Podría pasar lo mismo con el litio si no actuamos rápido”.

Aunque el sodio no ofrece tanta energía como el litio, su disponibilidad y bajo costo lo convierten en un rival prometedor.

La diferencia entre las reservas latinoamericanas y alemanas

El llamado Triángulo del Litio —formado por Chile, Argentina y Bolivia— concentra buena parte de las reservas mundiales.

En el caso chileno, el mineral se encuentra disuelto en salares, donde se extrae a partir de soluciones salinas.

“En términos simples: se extrae una solución salina con litio, se coloca en piscinas al sol, el agua se evapora y precipita el carbonato o hidróxido de litio”, detalla Moreno.

Alemania, en cambio, lo posee en roca, lo que hace su extracción más costosa y compleja. Específicamente, se anunció el hallazgo de 43 millones de toneladas de litio en la región de Altmark, Sajonia-Anhalt.

“En Chile, el proceso es más sencillo, pero implica consumo de agua, lo que enciende las alarmas ambientales”, advierte Moreno. Por eso, insiste, es fundamental buscar mecanismos que permitan recuperar el agua y devolverla al ecosistema.