¿Cada cuánto tiempo deberíamos lavar nuestras toallas y sábanas? Especialista en microbiología recomienda medidas para evitar hongos y bacterias

La higiene de los textiles y la presencia de hongos en los hogares no son un asunto meramente estético, sino un tema de salud que afecta a todos. Así lo señaló la doctora Claudia Barraza, académica del Departamento de Biología de la Universidad de La Serena, en conversación con el programa ULS, De la Tierra al Universo, transmitido por Radio Universidad de La Serena.

“Desde hace miles de años, la ropa se ha visto ligada al microorganismo porque nuestras primeras vestimentas fueron pieles que usaban los pueblos originarios. Estos microorganismos se traspasaron a los humanos y aprendieron a vivir con nosotros”, explicó la Dra. Barraza.

Es por ello que los textiles de origen natural, como la lana, el lino o el algodón, son más susceptibles a la colonización microbiana, mencionó la especialista, enfatizando: “Están involucrados en nuestra vida”.

Hoy el tema se vuelve más importante porque hablamos de prevención: cómo lavamos, cómo secamos, qué papel tiene la humedad.

Por qué mantener el control de la humedad es clave

“La humedad es el mejor aliado de los microorganismos, en especial de los hongos. El sol ayuda a secar, y el calor limita el crecimiento microbiano. Además, la luz ultravioleta tiene un efecto desinfectante: hoy incluso se usan lámparas UV para esterilizar, y la luz natural cumple esa misma función”, detalló la Dra. Barraza.

Su recomendación, por consiguiente, es que en los hogares lo ideal es lavar los textiles con agua caliente, mayor a 60 grados, y secarlos al sol. Si hay alguien enfermo, debe tener toallas y ropa de cama aparte. En casa, deberíamos cambiar sábanas una vez a la semana, fundas también, y los cobertores una vez al mes. Eso tiene un impacto real en la prevención y la salud.

“Aunque una toalla no esté sucia en apariencia, tiene células muertas, sudor y microorganismos que se transfieren al usarla. Lavarlas y asolearlas elimina estos restos que, si no, se convierten en alimento para más bacterias y hongos”, agregó.

Y dejó una recomendación práctica: “Lo ideal es separar los textiles: toalla de manos, corporal e íntima. Cada una con su uso definido”.

Hongos en paredes y salud respiratoria

El problema no se limita a los textiles. La Dra. Barraza señaló que “La Serena es un ejemplo claro de cómo proliferan los hongos filamentosos, esas manchas negras o grises que vemos en muros y techos. Los hongos necesitan humedad y oscuridad, y en tres días ya pueden colonizar superficies”.

“No son solo ornamentales: cuando crecen liberan esporas que respiramos, lo que puede causar alergias, rinitis, asma, e incluso neumonías en personas inmunocomprometidas”, dijo.

Como medidas preventivas, se puede ventilar, usar pinturas antihongos, limpiar con cloro las superficies afectadas y evitar acumulación de humedad.

Incluso el característico olor a encierro puede ser una señal: Ese ‘olor a humedad’ que uno siente se debe a procesos de descomposición microbiana, bacterias y hongos metabolizan nuestras secreciones y células muertas, liberando compuestos que generan ese olor desagradable.

Una advertencia cotidiana

Para la académica, el mensaje central es no subestimar estos riesgos. “Sirven bolitas secantes para espacios pequeños, pero en lugares grandes lo mejor es ventilar y dejar entrar luz solar. Si no hay ventanas, se pueden usar extractores o filtros especiales, aunque son más caros. El punto central es eliminar la humedad”.

“Lo importante es la higiene. Puede que el textil se destiña con el sol, pero lo relevante es evitar que se convierta en alimento para bacterias y hongos”, concluyó.