Así lo declaró la Directora Ejecutiva de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), María José Etchegaray, tras participar en el Congreso del Agua 2017: “Desafíos para la Macro Zona Norte”, realizado en la ciudad de La Serena.
“La región de Coquimbo es un ejemplo importante para el país”. Así de tajante es la conclusión de María José Etchegaray, Directora Ejecutiva de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), tras ser parte del Congreso del Agua 2017: “Desafíos para la Macro Zona Norte”, actividad organizada en la ciudad de La Serena por el Gobierno Regional de Coquimbo y el Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (CNID), en la cual participaron investigadores y expertos de la macro zona norte con el objetivo de contar sus experiencias y presentar iniciativas y proyectos que se están ejecutando y que se enfocan en la gestión de los recursos hídricos, sobre todo pensando en las zonas áridas y semiáridas del país.
Entre los exponentes del congreso también estuvieron presentes los Directores del Laboratorio PROMMRA de la Universidad de La Serena, los Ingenieros Agrónomos Dr. Pablo Álvarez y Dr. Héctor Reyes, quienes señalan que organizar oportunidades de este tipo, permiten que exista un cruce de información que da paso a compartir conocimiento, experiencias y resultados que pueden aportar a investigaciones que se realicen en otras zonas del país. Según el Dr. Reyes, “uno de los aspectos muy interesantes de este Congreso fue justamente poder conocer en parte los estados de situación respecto a los recursos hídricos en las cinco regiones de lo que se ha dado en llamar macro zona norte, que comprende desde el extremo norte de nuestro país hasta nuestra región de Coquimbo.”.
Y es que el sector agrícola de la región de Coquimbo, pese a vivir en una constante incertidumbre derivada de la variabilidad climática, se mantiene como una de las importantes zonas productoras de alimentos de Chile, lo que la ha convertido en uno de los sectores más observados y estudiados del país por diversos centros de estudio, institutos y laboratorios de investigación que, por medio del desarrollo de proyectos e iniciativas, apuntan a ayudar a mejorar la gestión de los recursos hídricos, intentando mitigar los efectos que el cambio climático pueda seguir provocando, tanto para la agricultura, como para la sociedad en sí. “Yo creo que la región cuenta con grandes avances y tiene mucho que ofrecer, no solo a la propia región y a su sector productivo, sino que también al resto de las regiones del país”, comenta la Directora Ejecutiva del FIA.
Según Etchegaray, la región de Coquimbo es vista por otras partes del país desde una perspectiva de ejemplo a seguir, debido a las gestiones que ha realizado para seguir trabajando bajo la restricción de los recursos hídricos, y, a la vez, seguir manteniéndose como una zona donde su economía se basa en la agricultura. “Yo he visto mucho que otras juntas de vigilancia y organizaciones vienen a visitarla porque quieren conocer la experiencia de la gestión de recursos hídricos y de cómo se mejoran sistemas de riego. En general, siempre están preguntando sobre la región”.
Para la Directora Ejecutiva de esta fundación dependiente del Ministerio de Agricultura, y encargada de potenciar iniciativas innovadoras en el ámbito agrícola, pese a que tras las precipitaciones ocurridas durante el año 2016 existe un poco más de tranquilidad, la región debe seguir en alerta y continuar trabajando para enfrentar de la mejor forma posible una condición de cambio climático global, el cual, a su juicio, ya es una realidad. “Yo creo que todas las capacidades de investigación que tiene la región, tienen que seguir estando al servicio o en un trabajo colaborativo con el sector productivo, con las ciudades y los municipios, entonces el desafío sigue estando presente, súper vigente y en distintos ámbitos”.
En esta misma línea, Etchegaray agrega que aún existen más áreas en las que se puede trabajar, entre las que sigue destacando el uso eficiente del agua, la búsqueda de otras fuentes de aguas alternativas, sistemas de uso de aguas residuales y, sobre todo, el trabajo en materia genética con mejoramiento de especies y variedades, poniendo énfasis a aquellas que puedan estar mejor adaptadas a condiciones extremas, rescatando la biodiversidad de la región. “Algunas están presentes, pero medio escondidas, ya que las hemos dejado en el patio de atrás o una huerta familiar, pero ahí hay mucho que hacer, hay mucho que conocer, mucho conocimiento”.
María José señala que, pese a que los actuales ámbitos de investigación son importantes, los próximos desafíos que hay en la región es que a ellos se le sumen otros elementos. “Deberían incluir la articulación, porque necesitamos ser más eficientes en la inversión que estamos haciendo en materia de investigación para obtener los resultados”.