Lenta recarga de napas en la IV Región, pese a mejora en sus embalses

Agricultores y regantes optaron por guardar el recurso para las próximas tres temporadas. 

“La Región de Coquimbo tiene una buena resiliencia para enfrentar la sequía, pero para volver a llenar las napas subterráneas requiere de un período largo y unas cuantas precipitaciones más”. Ese es el diagnóstico del ingeniero agrónomo Aldo Tapia, coordinador del área Geomática del Laboratorio de Prospección, Monitoreo y Modelación de Recursos Agrícolas y Ambientales (Prommra), de la Universidad de La Serena, al analizar la recarga de los acuíferos, ríos y canales tras las lluvias de agua y nieve del año pasado.

La dicotomía se presenta en un momento inmejorable de acumulación de agua en los ocho tranques repartidos en las tres provincias, donde cuatro embalses presentan el 100% de su capacidad y otros están en niveles que no se observaban hace seis años. Todo luego de dos períodos en los que se registraron cotas de entre 2,5 y 3 metros de nieve en las altas cumbres cordilleranas.

Sin embargo, el resto del sistema hídrico sigue acusando signos de extrema aridez, principalmente en las áreas emplazadas bajo la cortina de las represas. Esto obligará a los regantes a verter el agua de los embalses, con el fin de mantener el 40% del caudal en los canales que alimentan el riego de los campos.

En apenas tres meses, los ríos vieron descender sus niveles de escorrentía. Por cuenca, en Choapa bajó desde los 5,6 m {+3} /s a casi 1 m {+3} /s; en Elqui pasó de 15 m {+3} /s a 3 m {+3} /s, y en Limarí de 50 m {+3} /s a solo 2 m {+3} /s, según las organizaciones de regantes.

Sectores costeros de Limarí, como Cerrillos de Tamaya, Cerrillos Pobres, Oruro y Tabalí; además de Huatulame (Combarbalá) y Huanta (Elqui), evidencian los estragos de la escasez hídrica, debido a que los agricultores vieron secarse los cultivos de uvas, paltos y cítricos, entre otros.

Los agricultores decidieron reservar el agua para asegurar las próximas tres temporadas de riego. Por ejemplo, en el embalse La Paloma se liberarán unos 100 millones de m {+3} para garantizar la producción agrícola, deprimida por la sequía, que la dejó con el 40% de las hectáreas aptas para el cultivo.

“En el río Limarí estamos distribuyendo 0,35 litros por segundo, siendo que en período normal es de 1 litro por segundo. En esta experiencia de sequía tan larga decidimos cultivar menos superficie para tener seguridad de riego”, señala José Eugenio González, presidente de la Comunidad de Aguas Sistema Embalse La Paloma.

Una situación similar se registra en el embalse Corrales (Choapa), donde se acordó liberar 4 millones de m {+3} para mantener los caudales.

Para Tapia, la explicación obedece a que los eventos meteorológicos de 2016 fueron pocos y muy potentes. “Entonces, la nieve se descongela rápidamente y eso hace que las correntías sean mayores, saturando la caja de riego, lo que provoca que el agua fluya rápido”. En condiciones normales, agrega, cuando son eventos aislados y centrados en invierno, el caudal no satura la caja de riego; por ende, la escorrentía es menor y el agua se va infiltrando.

El director regional de la DGA, Carlos Galleguillos, añade que no es la nieve lo que ayuda a mejorar las napas subterráneas, sino las precipitaciones. “Por eso mantenemos los decretos de escasez vigentes para ir en apoyo de los sistemas de Agua Potable Rural, porque son las fuentes de abastecimiento que se ven afectadas por la falta de agua”, puntualiza.

CAPACIDAD
1.313 millones de m3 tiene para almacenar la IV Región en sus tranques, la mayor destinada a riego en el país.

Leave A Comment