El experto en gestión de recursos hídricos representó a Chile en el Congreso Mundial “Virtual Water in Agricultural Products: Quantification, Limitations and Trade Policy”, en el cual especialistas de diversos países debatieron sobre nuevas políticas de sustentabilidad alimentaria.
Hace un par de semanas la Universidad de Nebraska, a través de su Instituto de Agua para los Alimentos, Water Food Institute, realizó el congreso llamado “Virtual Water in Agricultural Products: Quantification, Limitations and Trade Policy” (Agua Virtual en los Productos Agrícolas: Cuantificación, Limitaciones y Caminos para las Políticas), en el cual expertos y especialistas de diversos países pertenecientes a la OCDE, se reunieron con los encargados de generar las políticas para la agricultura y la agricultura sustentable que lleva a cabo este organismo internacional.
El objetivo principal de la actividad fue colaborar en la generación de nuevas políticas para la sustentabilidad alimentaria del mundo, la cual tiene como principal actor a las aguas virtuales y su huella hídrica, temática que cada vez toma más relevancia a nivel mundial, sobre todo por su implicancia en la sustentabilidad alimentaria. “Este tema tiene, ha tenido y puede tener en el futuro, implicancias económicas, ambientales y sociales que pueden ser relevantes”, comenta el representante de Chile en este congreso, el Ingeniero Agrónomo Dr. Pablo Álvarez. “Todavía es un tema controvertido pero que ya genera efectos económicos, los cuales comienzan cuando se etiqueta un producto tratando de incluir a la huella hídrica como un valor agregado, pero hay que ser cuidadosos porque estos no se pueden comparar como tales, por eso los productores, autoridades y, en general, la sociedad, debería tomarle el peso y tomar medidas al respecto”.
Y es que el académico de la Universidad de La Serena y Director del Laboratorio PROMMRA, perteneciente a dicha casa de estudios, señala que, pese a que cada día existe mayor preocupación por la gestión de recursos hídricos, una de las conclusiones del congreso es que aún se deben definir los parámetros para poder medir la huella hídrica de los alimentos. “En el fondo se puede medir y no es tan difícil, porque los controles que puede tener un agricultor pueden ser súper buenos en términos de saber cuánta agua aplicó para cierto producto. El tema es si se comparan dos productos que no tienen nada que ver entre sí y si eso provoca la toma de decisiones productivas, o bien las orientaciones en políticas agrarias”. En este sentido, Álvarez pone como ejemplo la comparación entre la producción de carne y la de una fruta, ya que en general se dice que en la primera se utiliza más agua que en la producción de la segunda, cuando en realidad un kilo de carne, huevo o leche, entrega más proteínas por kilo de producto que las manzanas, naranjas, peras y frutas en general. “Acá uno se da cuenta que es complicado llegar y medir la huella hídrica y tomar decisiones frente al tema, porque el consumo de un kilo de carne es muy distinto al consumo de un kilo de fruta, ya que la proporción de proteínas y nutrientes que ambos entregan son muy distintas y, a la vez, muy importantes para la nutrición. Por eso es delicado cuando un alimento comienza a tener etiqueta sobre la huella hídrica que se utiliza al producirlo, ya que en muchos casos las personas comienzan a preferir tal alimento frente a otro, sin percatarse que el marketing podría estar influyendo en su dieta alimenticia, por eso hay que tener mucho cuidado al comparar la huella hídrica entre dos alimentos distintos”.
A esto, el experto en gestión de recursos hídricos agrega que una medición correcta podría ser comparar la cantidad de kilos frente a la cantidad de litros de agua utilizados en la producción de esa porción de alimento. “No significa que solo debamos producir alimentos que requieran poca agua; debemos producir todos los alimentos que la sociedad requiere porque, de lo contrario, estamos generando un problema de seguridad alimentaria. Hay que producir los alimentos, solo que hay que hacerlo de forma eficiente para que el consumo de agua sea lo menor posible”.
En este sentido, una de las propuestas que entrega Álvarez es que la medición de la huella hídrica de los alimentos debería hacerla cada productor, que cada país y zona mida la cantidad de agua utilizada y que, de esta forma, se generen las políticas frente al tema. “Hay que controlar, tener datos de cuánta agua se consume, y eso debe partir desde el predio a conjunto de un territorio, y desde el privado hasta el Estado, y llegar a niveles agregados en que el país sepa cuáles son los consumos de agua que asocia a la actividad agrícola”.
Por último, el Director de PROMMRA señala que la sociedad debería comenzar a considerar el tema de la huella hídrica y sus consecuencias a nivel comercial, ambiental y social y así estar preparados para iniciar los trabajos correspondientes manteniendo, de forma equilibrada, los sistemas productivos. “No hay que pensar que algunos alimentos sean necesarios y otros no, porque ahí empieza un poco el problema”.